SOBRE LA ASOCIACIÓN

El colectivo y laboratorio político Arrebol nació creyendo que la cultura política es uno de los mejores mecanismos sociales para avanzar en nuestra Democracia. Creemos firmemente en esta como herramienta para profundizar en nuestros valores. La política está presente en nuestro día a día, en casi todos nuestros actos, decisiones y posiciones, en nuestro trabajo, en nuestra relación con los vecin@s... y debe ser el único camino posible para progresar hacia una sociedad más justa, más humana, menos sectaria, que permita avanzar hacia la igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadan@s. Nuestr@s representantes políticos hoy, más que en ningún otro momento, deben ser esencialmente ejemplares y albergar un alto sentido ético. Rechazamos profundamente el concepto pre-fascista acuñado como clase política y manifestamos nuestro deseo de que más pronto que tarde, los principales partidos del país, sean capaz de regenerarse y entender que no son los únicos propietarios de la política, aunque sí una parte importante de su representación. ARREBOL figura inscrita en el registro de Asociaciones Culturales de Castilla-La Mancha. E-mail de contacto: arp.arrebol@gmail.com

miércoles, 1 de enero de 2014


LA PRINCESA QUE PROMETÍA

Hoy, les quiero contar un cuento en el que, cualquier parecido con la realidad, será pura coincidencia. O no…

Érase una vez un reino que nació de la nada. Tras muchos años de trabajar para construirlo y ponerlo a la altura de los reinos vecinos, los ciudadanos ilusionados esperaron la llegada de la Princesa Cospi. Cuando ésta llegó a su reino lo hizo prometiendo trabajo para todos y para todas, prometiendo una vida mejor, prometió ser justa y gobernar para el conjunto de los habitantes… La gente de su territorio estaba esperanzada. La veían todos los días en la televisión y, claro está, creían lo que ella decía.

Comenzó su reinado rodeándose de su séquito. Un séquito extraño, porque casi todos venían de otros reinos. Todo el mundo se empezó a preguntar ¿por qué sus fieles eran de fuera?, ¿defenderán nuestro reino?.

Muy pronto, más bien desde su primer día de mandato, la Princesa Cospi anunció muchas medidas y resultaba extraño escucharlas; casi ninguna tenía que ver con lo anunciado antes de llegar al poder. Sus escuderos se hacían cargo de sus carteras y empezaban a gestionar el reino. Entre los más fieles, destacaban dos especialmente.

Su lacayo Marci se hizo cargo de la enseñanza y decidió despedir a cientos de maestros, cerró las escuelas de los pequeños pueblos del reino, quitó las ayudas que los niños tenían para comer… ¡Esto no era lo que la Princesa Cospi les había prometido!. Los ciudadanos se empezaron a movilizar y protestaron por estas medidas, pero ni la princesa Cospi ni sus escuderos escuchaban la voz de sus habitantes…

El lacayo Chaniz, al que le tocó en suerte a los físicos del reino, empezó a tomar medidas también: despidió a muchos, dio algunos contratos a comerciantes amigos del gobierno, paralizó las obras de hospitales y hospitalitos y eliminó las ayudas a discapacitados. Fue el primero que se animó a aplicar que los jubilados y los enfermos crónicos pagaran por los medicamentos y quiso cerrar muchos consultorios. Los vecinos de los pueblos afectados se echaron a la calle, se manifestaron, fueron a la justicia del reino, y el pueblo ganó la batalla: ¡los consultorios no se cerraron!.

¿Qué está pasando? ¿Qué hace la princesa Cospi? ¿Nos mintió?, se preguntaba la gente. Veían que en su reino solo los amigos de la princesa vivían mejor, se beneficiaban de sus favores, mientras ellos día a día perdían servicios, perdían poder adquisitivo, perdían incluso libertad… ya que si acudían a protestar a la princesa, eran sancionados por la numerosísima guardia que la protegía. La princesa no visitaba las muchas localidades del reino. Solo iba a las factorías. Así no tenía que mezclarse con el pueblo.

La princesa continuaba saliendo en la tele, ¡y algunas veces decía cosas muy raras!. Hablaba de “indemnizaciones en simulado y diferido”, primero defendía a Sir Luis y días después se enfrentaba con él. Nadie entendía qué ocurría. ¿Nos está engañando?, se preguntaban extrañados.

La princesa, que prácticamente no pisaba su reino, se dedicaba a otros menesteres y no se preocupaba por los problemas de sus ciudadanos. De aquella promesa de empleo ya no quedaba nada… Cada día, cada mes, más y más familias se quedaban en paro, no se ponían en marcha medidas para intentar aliviar los problemas de la gente. La princesa solo miraba por ella.

Los habitantes del reino estaban terriblemente decepcionados y cansados de la princesa y sus escuderos, que se empeñaban en hacer creer que estaban haciendo las cosas bien. La gente se sentía engañada y había llegado a la conclusión de que, efectivamente, les había mentido.

Como la Princesa Cospi veía que el pueblo ya no la quería, decidió cambiar las reglas para perpetuarse y, de esta manera, aunque los ciudadanos decidieran que ella no continuara siendo la princesa, ella, haciendo trampas, seguiría gobernando el reino. Pero la gente no perdonó a la mentirosa Princesa Cospi ni a sus lacayos. No olvidaron el sufrimiento que vivieron durante sus años de mandato y, cuando superaron las trampas que una vez y otra intentó tender, la mandaron a su Mansión a las afueras de Toledo.

Moraleja: A los ciudadanos les preocupa que les mientan. Y es cuando descubren el engaño, cuando ya no pueden creer en ti nunca más.

El artículo que subimos hoy nos lo ha enviado Eusebio Robles. A principios de diciembre lo publicó en su blog http://useroblesgonzalez.blogspot.com y nos los hizo llegar. Nosotrxs hemos esperado para subirlo como primer artículo del año y como prólogo al Día de Reyes para que además, este cuento nos sirva como carta de lo que ya no queremos que nos traigan este año….Muchas gracias, Use.