SOBRE LA ASOCIACIÓN

El colectivo y laboratorio político Arrebol nació creyendo que la cultura política es uno de los mejores mecanismos sociales para avanzar en nuestra Democracia. Creemos firmemente en esta como herramienta para profundizar en nuestros valores. La política está presente en nuestro día a día, en casi todos nuestros actos, decisiones y posiciones, en nuestro trabajo, en nuestra relación con los vecin@s... y debe ser el único camino posible para progresar hacia una sociedad más justa, más humana, menos sectaria, que permita avanzar hacia la igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadan@s. Nuestr@s representantes políticos hoy, más que en ningún otro momento, deben ser esencialmente ejemplares y albergar un alto sentido ético. Rechazamos profundamente el concepto pre-fascista acuñado como clase política y manifestamos nuestro deseo de que más pronto que tarde, los principales partidos del país, sean capaz de regenerarse y entender que no son los únicos propietarios de la política, aunque sí una parte importante de su representación. ARREBOL figura inscrita en el registro de Asociaciones Culturales de Castilla-La Mancha. E-mail de contacto: arp.arrebol@gmail.com

miércoles, 14 de noviembre de 2012


LAS COSAS DEL COMER

La agricultura, denostada en otros tiempos y olvidada hoy en día para muchos, es un recurso básico de la economía global. Se trata de nuestra fuente de alimentación, energía y materias primas. Es un sector estratégico para todo Estado responsable, tanto como la defensa o las finanzas, fuertemente intervenido y que ocupa directamente a un pequeño porcentaje de la población activa que sin embargo resulta invisible para la mayoría de los ciudadan@s.

Preocupa mucho no tener una casa, no poder pagar la hipoteca, carecer de trabajo; nos enfurecemos a diario al ver como se tiran grandes cantidades de comida, pero ¿nos planteamos qué ocurriría si no tuviésemos literalmente algo que llevarnos a la boca…?

La tendencia vivida en las últimas décadas, tras la revolución verde, ha supuesto un incremento de la productividad continuado. Sin embargo, disponemos de más alimentos cuando menos gente trabajaba en el campo y todo esto con independencia de las adversidades climatológicas. La tecnificación ha permitido que artículos reservados a ocasiones especiales como el pollo, pasen a ser de consumo diario para los segmentos de población de más bajo poder adquisitivo. ¿Somos capaces de imaginarnos una dieta en la que no podamos incluir ternera, leche o fruta porque simplemente su precio no podemos pagarlo? Por primera vez, los pueblos estamos en la posibilidad de dejar de padecer hambrunas por falta de capacidad productiva.

Hasta los acontecimientos de los últimos meses, nuestra preocupación respecto a la comida se centraba en que la fruta supiese más o menos a fruta, que los tomates fuesen de producción ecológica o convencional, o si las gallinas tenían unas condiciones de vida más o menos adecuadas, pero por desgracia, esta situación va a cambiar para millones de personas.

 Según las estimaciones de la FAO, para el año 2050 habrá un tercio de bocas más que alimentar y una reducción de superficie cultivable de unos 50 millones de hectáreas. A estas perspectivas debemos unir el encarecimiento de los combustibles fósiles (sin los cuales no es posible nuestro actual sistema agrario) y la cada vez mayor infiltración de los capitales especulativos en el sector agroalimentario.

El encarecimiento de los alimentos no es una cuestión del corto plazo, es un problema desde hace meses en muchos puntos del globo; sinceramente, no creo que lo importante sea saber cuando ese encarecimiento será significativo para nosotros, los europeos, da igual que sea dentro de dos, cuatro o seis años, el impacto que tendrá en nuestras vidas será enorme.

Durante las últimas décadas hemos basado nuestra seguridad alimentaria en un sistema agroalimentario con una alta dependencia del petróleo, un elevado nivel de mecanización y una reducida pero cada vez más cualificada población dedicada a alimentarnos; este modelo ya ha dejado de ser sostenible.

Llegados a este punto, propongo un ejercicio, acércate a la nevera o busca en tu despensa, escoge al azar cualquier producto y obsérvalo detenidamente, lo que quieras haber puesto en tu mano no sería posible sin la I+D+i de procedencia extranjera.

Da igual que sea un producto de origen animal o vegetal, a pesar de que el sector agroalimentario supone la 2ª fuente de entrada de divisas (tras el turismo), y que el nuestro ha sido un país eminentemente agrario hasta décadas recientes, dentro de la lista de inputs necesarios para obtener el alimento que sostenías en tu mano (semillas, fertilizantes, tractores, genética animal, aperos varios, sistemas de riego, almacenamiento, refrigeración, transporte, etc.) resulta complicado encontrar avances logrados en nuestro país, y sin esos avances podemos tener la certeza de que el precio de ese producto sería mucho más elevado.

Aquellas regiones o países que hoy nos desvinculemos de la biotecnología, la innovación en las técnicas productivas o el ahorro de combustibles, debemos ser plenamente conscientes de estar renunciando a nuestra soberanía alimentaria, independencia energética y firmando la hipoteca de los futuros habitantes de nuestro solar patrio.
El sector agroalimentario es un motor de desarrollo y creación de empleo para grandes áreas de nuestro país por sus condiciones ambientales, en nuestras manos está manejar nosotros las riendas de este reto, o resignarnos a ser la peonada de intereses foráneos.

Este artículo ha sido escrito por Javier Ramiro, ingeniero agrícola, miembro de la UPA y rara especie en extinción en nuestra provincia como joven apicultor. Siempre comprometido con su entorno y la vida rural, siente que el cambio en nuestro modelo pasa irremediablemente por asumir cambios propios en nuestro quehacer diario, ser consecuentes en nuestro modo de actuar, antes de proponer cambiar el mundo. Tan sencillo y tan difícil como empezar a reciclar en casa. Muchas gracias.