SOBRE LA ASOCIACIÓN

El colectivo y laboratorio político Arrebol nació creyendo que la cultura política es uno de los mejores mecanismos sociales para avanzar en nuestra Democracia. Creemos firmemente en esta como herramienta para profundizar en nuestros valores. La política está presente en nuestro día a día, en casi todos nuestros actos, decisiones y posiciones, en nuestro trabajo, en nuestra relación con los vecin@s... y debe ser el único camino posible para progresar hacia una sociedad más justa, más humana, menos sectaria, que permita avanzar hacia la igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadan@s. Nuestr@s representantes políticos hoy, más que en ningún otro momento, deben ser esencialmente ejemplares y albergar un alto sentido ético. Rechazamos profundamente el concepto pre-fascista acuñado como clase política y manifestamos nuestro deseo de que más pronto que tarde, los principales partidos del país, sean capaz de regenerarse y entender que no son los únicos propietarios de la política, aunque sí una parte importante de su representación. ARREBOL figura inscrita en el registro de Asociaciones Culturales de Castilla-La Mancha. E-mail de contacto: arp.arrebol@gmail.com

miércoles, 17 de octubre de 2012

 
ALIENADOS

Miro la fotografía. La mirada del niño retratado transmite la misma inocencia infantil que la de cualquier otro niño en cualquier otro lugar del mundo y, sin embargo, la escena deviene insoportable al contemplar el rifle de guerra que ese niño sostiene con sus diminutas manos.Esa imagen, escandalosamente dramática a este lado del planeta, deviene inadvertida en aquellos países en estado de guerra permanente, donde la esclavitud y la vulneración de los derechos humanos resultan algo cotidiano.

Sucede en todos los órdenes de la vida. Basta que el embrutecimiento de los hombres sea constante para que acabe adquiriendo grado de normalidad, ese momento fatal en que los hombres quedamos alienados para asumir como normales aquellas cosas que no lo son.
 
En este lado ventajoso del planeta tampoco somos invulnerables a la alienación embrutecedora. La habitualidad en las cosas, las justas y las que no lo son, distorsionan nuestra percepción de la realidad, nos impiden avanzar hacia sistemas de convivencia más avanzados, y nos mantienen cerca de las bestias cuando no nos confunden irremediablemente con ellas.
 
El mundo no es hoy más convulso que ayer, porque también ayer preexistían las mismas causas por las que la FAO prevé que la situación de hambre crónica en 2012 pueda afectar a más de 1.040 millones de personas en el mundo. No es hoy, como no lo era ayer, una realidad por nosotros desconocida, pero es la misma tragedia repetida con la que hemos aprendido a vivir, alienados, con pasmosa sumisión y complacencia.
 
El mundo occidental se ha convulsionado porque el quehacer embrutecedor de los hombres ha desplegado sus efectos en un lugar del mundo donde el bienestar era la norma, al igual que la miseria lo era del tercer mundo. Eso nos descoloca. Pero no, el mundo de hoy no es peor que el de ayer.
 
Este tsunami financiero que amenaza en Occidente con hacernos involucionar hasta lo indecible, nos aboca a discusiones eternas sobre la prima de riesgo, rescates y recortes que algunos –los más brutos, egoístas e incultos- utilizan para librar su particular batalla ideológica, aquella que pretende despojar a la política de toda humanidad. Pero en la ola de indignación que recorre Europa tengo la convicción de que la única solución posible tiene que emanar de una revolución humanista, de un posicionamiento intelectual, de una quiebra de esa alienación que nos permita a los hombres, lejos de reproducir los mismos errores, pasar por la vida como personas libres, dignas y plenamente humanas.  
 
La resolución de los problemas que sobre esta crisis sistémica puedan ofrecernos los economistas no será nunca una solución plausible si no va impregnada de una alta dosis de humanidad. El hombre del siglo XXI que ha alcanzado Marte no puede excusarse ante la Historia pretextando que otro mundo más justo no es posible; tenemos sobrados motivos para sostener que no es una cuestión de posibles, sino de conjunción de voluntades.
 
Abrir los ojos y escapar de nuestro letargo es, en esencia, nuestro principal reto. Porque no, este mundo no es peor hoy que ayer.  

Este artículo ha sido escrito por Víctor Gil. Este joven padre y abogado, fue unos de los fundadores de la Asociación Arrebol y su primer presidente. A él, le debemos una parte del entusiasmo para poner en marcha la misma. Muchas gracias por tu reflexión y compromiso.