SOBRE LA ASOCIACIÓN

El colectivo y laboratorio político Arrebol nació creyendo que la cultura política es uno de los mejores mecanismos sociales para avanzar en nuestra Democracia. Creemos firmemente en esta como herramienta para profundizar en nuestros valores. La política está presente en nuestro día a día, en casi todos nuestros actos, decisiones y posiciones, en nuestro trabajo, en nuestra relación con los vecin@s... y debe ser el único camino posible para progresar hacia una sociedad más justa, más humana, menos sectaria, que permita avanzar hacia la igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadan@s. Nuestr@s representantes políticos hoy, más que en ningún otro momento, deben ser esencialmente ejemplares y albergar un alto sentido ético. Rechazamos profundamente el concepto pre-fascista acuñado como clase política y manifestamos nuestro deseo de que más pronto que tarde, los principales partidos del país, sean capaz de regenerarse y entender que no son los únicos propietarios de la política, aunque sí una parte importante de su representación. ARREBOL figura inscrita en el registro de Asociaciones Culturales de Castilla-La Mancha. E-mail de contacto: arp.arrebol@gmail.com

miércoles, 2 de marzo de 2016




¡SONRÍA POR FAVOR, ES CULTURA!

Probablemente no exista una imagen más idónea para describir de un golpe de vista la cultura en España que la de un político agitando a las cámaras una gran sonrisa y un probable hueso de Miguel de Cervantes mientras a la entrada se venden camisetas que en un perfecto castellano rezan “I love Don Quixote”. Esto, estimado lector, es el marketing que nos conviene.

Tuve el privilegio de asistir a un evento cultural de similar índole, de conmemoración de una obra de un fallecido escritor. El evento transcurrió con total normalidad. Muchas manos que se entrecruzan; varias abrazos; un sinfín de cumplidos; e incontables muestras de satisfacción. El evento era esperado con gran emoción por un gran número de personas, y así entre los asistentes se encontraban, más allá del ilustrado público, un grupo de barrigas satisfechas, varios cortadores de cinta, un ponedor de primera piedra y un bonito decorado a base de jóvenes entusiastas. Todos se sentían satisfechos de la labor realizada, gracias al ingente esfuerzo realizado el escritor sería recordado.

Pero como en toda reunión siempre hay radicales entre el público, y en esta ocasión alguien tuvo el descaro de preguntar a unas amplias sonrisas -que dejaron de serlo-, si alguno de esos -ahora ya, fruncidos entrecejos- había leído el libro en cuestión. En seguida el extremista fue reconocido e invitado a abandonar la Sala, en una jornada festiva nadie necesita radicales políticos que inunde la fiesta de la literatura con proclamas ideologizantes.

Por curiosidad me acerqué al susodicho sectario y le pregunté por qué estaba en contra de este tipo de celebraciones culturales, ya que, se pueda hacer más o menos en favor de la cultura, está claro que menos da una piedra.

No parecía tener el menor criterio o sentido del orden y el buen gusto, por ello me voy a limitar a transcribir el artículo que envió a su panfleto ideológico -me niego a llamarlo periódico- para que se pueda apreciar más claramente que, al fin y al cabo, estos fanáticos solo buscan criticar y llamar la atención.

La importancia de la cultura, ¿una celebración más?

Hemos asistido a la enésima conmemoración del nacimiento de un autor tan solo para descubrir que el más prescindible de los elementos en el festejo era el autor mismo. A nadie le interesaba o tenía idea alguna sobre el contenido de la obra, su contexto, o el papel que podría jugar en la actualidad. Todos los presentes, orondos de felicidad, celebraban el éxito que suponía el haber conseguido repartir unos folletos y haber hecho un concurso literario en los colegios, en el que se daba un premio en metálico equivalente a las dietas recibidas por cada uno de esos organizadores. Huelga decir que organizar, lo que se dice organizar, el más espabilado de ellos se organiza, o más bien se apaña para salir en la foto -aunque eso es otro cantar.

Pero vayamos más allá de la crítica, qué puede aportar una efeméride cultural. Esta es una pregunta increíblemente más sencilla de lo que pudiera parecer: notoriedad. Notoriedad sí, pero no hacia el sujeto fotografiable, sino hacia el elemento artístico a rescatar, a recordar. Es decir, una fecha tan relevante como el Centenario del nacimiento de un escritor es una oportunidad idónea para rescatarle del olvido mayor o menor en el que se encontrara.
Sin embargo, el paso menos evidente y mucho más difícil no consiste en hacer ver que el foco de atención no está en el fotografiable -lo cual entraña no poca dificultad; sino que está en aprovechar la notoriedad como plataforma desde la que lanzar un proyecto cultural que sea de interés y utilidad para la comunidad a la que se dirige.

Celebrar el nacimiento de un pintor, de un poeta, de un dramaturgo, es algo que solo puede ser positivo en sí mismo, y lo será más cuanto más se centre la atención en el artista; sin embargo, y por más que ello pueda ser complicado, lo que se debe buscar es la implicación de la sociedad civil para generar una oferta cultural que integre e involucre a la comunidad. Clubs de lectura, asociaciones de teatro, cursos de pintura, talleres de escritura… Tejido cultural ciudadano que, en definitiva, sustente y apoye la existencia de un ocio de alto valor cultural en la comunidad, que lo busque y lo demande para su ulterior desarrollo. 
Si se desea recordar a un dramaturgo -pongamos que sea a Buero Vallejo, del cual se cumplen cien años de su nacimiento el próximo 29 de septiembre-, la mera celebración en su ciudad natal, Guadalajara, de una serie de representaciones teatrales, siendo algo positivo, si no trasciende, si no aspira a más, pasado un mes ya no habrá nadie que lo recuerde. Si la conmemoración del Centenario del nacimiento de Antonio Buero Vallejo es carne de nota informativa en periódico viejo, entonces hemos fallado tanto al escritor como a la comunidad misma, que pierde así a alguien que con su vida y su obra habría inspirado a cuantos de su memoria hubieran participado.

La posibilidad de llevar a cabo una estrategia más ambiciosa existe. Pese a lo avanzado del año, la Conmemoración del Centenario del nacimiento podría servir para contribuir a crear una estructura cultural activa en la ciudad de Guadalajara. A través de la colaboración con otras regiones europeas, se podría, en el marco de un programa de financiación europeo, traducir las obras de nuestro querido dramaturgo a la lengua de cada una de las otras regiones participantes en el proyecto para, una vez traducidas, conseguir difundir su figura fuera de España; y por otro lado, contar con una serie de obras de alto valor literario traducidas a nuestro idioma. Las obras de nuestro dramaturgo, junto con las traducidas, servirían entonces, gracias a la apropiada financiación europea, para llevar a cabo un festival de teatro en Guadalajara bajo el título “Dramaturgos europeos bajo la censura”. Dicho festival podría instituirse en la capital alcarreña coincidiendo con cada 29 de septiembre para recordar cada año, no solo la figura del dramaturgo, sino también algo que con frecuencia tiende a olvidarse, y es lo que supone luchar con la pluma por la libertad en una dictadura. ¿O acaso han de olvidarse los años que Buero Vallejo pasó encerrado en la cárcel por luchar contra el fascismo y lo que supone la defensa los valores democráticos en su literatura?

El material digitalizado y traducido, así como el legado que la familia del autor donó tras la muerte de este, podría servir para constituir en la ciudad de Guadalajara una fundación encargada, no solo de organizar actividades como el festival anual o seminarios, o incentivar el consumo de teatro como ocio, sino también servir de escaparate turístico de una ciudad que podría convertirse en un destino cultural varios días al año -sin olvidar la importancia que supone contar con un enclave desde el que promocionar estudios sobre el contexto y la obra del dramaturgo.

Es evidente que entre realizar unas representaciones teatrales durante una semana y lo mentado anteriormente hay una gran diferencia. Cabe decir que ambas acciones no son excluyentes en absoluto, antes bien son necesarias y complementarias, pero mientras que la primera quiere ser una hoja de este otoño, la segunda quiere serlo en cada otoño, y también en invierno, en primavera, en verano…
Una vez oí decir que menos da una piedra en alusión a que al menos algo se había celebrado. No caiga nadie en la falacia, no se trata de discutir si algo peor es posible, seguro, sino en si algo más es deseable, y por ello exigible.

La próxima vez que tengan delante a un fotografiable no le pregunte si no se podía haber hecho algo más que un evento de cámaras y luces para recordar al artista. Usted ya debería saber que era imposible, que le resultaba imposible. En su lugar dígale “que el meeting, seguido de un networking café, saldrá en todos los media para beneficio de la marca España”. El tamaño de su sonrisa le ofrecerá un valor aproximado con el que verificar el estado de la cultura española.

Si pueden lean, sonrían y hasta sonrojen hoy con este fantástico artículo enviado desde Bruselas por nuestro compañero y amigo de Arrebol, Daniel Jiménez Hita. Bienvenidos al año de los centenarios literarios. Está bien que nos vayamos acordando de Buero en casa poco a poco…  Muchas gracias, Dani.