SOBRE LA ASOCIACIÓN

El colectivo y laboratorio político Arrebol nació creyendo que la cultura política es uno de los mejores mecanismos sociales para avanzar en nuestra Democracia. Creemos firmemente en esta como herramienta para profundizar en nuestros valores. La política está presente en nuestro día a día, en casi todos nuestros actos, decisiones y posiciones, en nuestro trabajo, en nuestra relación con los vecin@s... y debe ser el único camino posible para progresar hacia una sociedad más justa, más humana, menos sectaria, que permita avanzar hacia la igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadan@s. Nuestr@s representantes políticos hoy, más que en ningún otro momento, deben ser esencialmente ejemplares y albergar un alto sentido ético. Rechazamos profundamente el concepto pre-fascista acuñado como clase política y manifestamos nuestro deseo de que más pronto que tarde, los principales partidos del país, sean capaz de regenerarse y entender que no son los únicos propietarios de la política, aunque sí una parte importante de su representación. ARREBOL figura inscrita en el registro de Asociaciones Culturales de Castilla-La Mancha. E-mail de contacto: arp.arrebol@gmail.com

miércoles, 10 de febrero de 2016



 Carlos Núñez, MAR ADENTRO B.S.O.

¿QUÉ ES MORIR CON DIGNIDAD?

Hace más de diez años que empecé en el mundo de la medicina, un humilde bubillo que se pasaba las tardes estudiando en casa de su abuela. Al principio consideraba que todo lo iba a poder curar o era curable, que con una pastilla podría mejorar el mundo y si os digo la verdad, todavía la estoy buscando.

Es bonita la ignorancia médica porque creo que te hace ser más feliz, muchas veces he pensado que a la gente le da miedo la realidad y la realidad médica es bastante más cruel, ya que tiene la facultad dramática de poner un reloj de arena imaginaria delante de los ojos, que pone horas, minutos y segundos a la vida de alguien con amigos, familia y recuerdos.

Asumo que siempre es pronto, nadie puede hacer un duelo ficticio antes de que sucedan los acontecimientos, no se puede repartir el duelo, el duelo es y cada persona lo realiza de manera y en tiempos diferentes. Algunos hablan de duelo patológico y me pregunto ¿es patológico recordar? Sinceramente yo tengo más miedo a la segunda muerte que a la primera, la primera es cuando falleces y la segunda, sin lugar a dudas, es el olvido.

Llega un momento en que la curación no es posible, no existe, somos seres con problemas más crónicos, cada vez con más complejas y frecuentes reagudizaciones, progresivamente con una menor calidad de vida que irremediablemente condiciona de manera equitativa nuestra dignidad como ser humano. No hay mayor dignidad para una persona que decidir cuándo es o no es digna su vida y yo quiero que dignamente me dejen decidirlo.

He leído una y mil veces la definición de esa palabra tan tabú que es eutanasia, “Acto de provocar intencionadamente la muerte de una persona que padece una enfermedad incurable para evitar que sufra”, y me pregunto si es malo. Evitar el sufrimiento que conlleva un problema sin solución, no solo pienso que es racional,  también es humano, cualidad indispensable de lo que somos, seres humanos.

Según pasa el tiempo me doy cuenta que los tiempos no los marca el médico, los marca la familia porque aunque os parezca mentira, los primeros que no quieren ver sufrimiento de un ser querido son sus padres, sus hermanos y sus hijos.  Todavía y a pesar de encontrarme multitud de personas, cada una con sus valores, su moral, su ética, sus creencias, su raza, su cultura; no me he encontrado con una sola que quiera el sufrimiento y padecimiento de sus familiares. Es más, creo que si hay una cosa que nunca se debe permitir es el dolor, el dolor físico y el dolor psicológico, del paciente y la familia como un todo.

La muerte nos iguala y creo que eso no solo es bueno, es necesario, tan necesario como hacer una ley de cuidados paliativos o una ley de muerte digna donde nos permita decidir, individualizando casos, con ciencia y con pronósticos hasta cuándo consideramos digna nuestra vida, ya que por mucho que nos pese, los milagros no existen.

Para acabar, espero un día poder decidir por mi vida y hasta que nos dejen seguiré ejerciendo en función de lo que marca la ley, pero la ley también me deja expresarme libremente. Os dejo la esencia de Ramón Sampedro, momento para que cada uno haga su propia reflexión.

-el derecho de nacer parte de una verdad: el deseo de placer. El derecho de morir parte de otra verdad: el deseo de no sufrir. La razón ética pone el bien o el mal en cada uno de los actos. Un hijo concebido contra la voluntad de la mujer es un crimen. Una muerte contra la voluntad de la persona también. Pero un hijo deseado y concebido por amor es, obviamente, un bien. Una muerte deseada para liberarse de un dolor irremediable, también. Ninguna libertad puede estar construida sobre una tiranía. Ninguna justicia, sobre injusticia o dolor. Ningún bien universal sobre un sufrimiento injusto. Ningún amor sobre una obligación. Ningún humanismo sobre una crueldad, sea cual sea el ser viviente que la padezca. La diferencia entre la razón ética y la creencia fundamentalista es que la primera es la luz, la liberación; la segunda la tiniebla, la trampa infernal”.

Si duda es el tiempo de reabrir un debate que siempre llega a nuestra sociedad, pero se termina escondiendo, el de regulación de la muerte digna. Alejémonos de dogmas para acercarnos a nuestra humanidad, que sin duda nunca nos hará daño. Muchas gracias a Carlos Oñoro, médico y vecino de Guadalajara por habernos hecho llegar este artículo.