Victoria de Samotracia S9 - Ives Klein / Museo Reina Sofía
MUJERES “DE PODER PRESTADO" EN
Hace tiempo que
vengo pensando en abordar un tema que intuyo algo tabú en el mundo del
feminismo. Nos cuesta mucho reconocer que la maravillosa “cuota de género”, esa
que tanto nos ha hecho avanzar, está siendo utilizada de manera perversa.
Cuesta denunciar que hay mujeres que, lejos de aprovechar su llegada al poder
para cambiar las cosas, lo hacen para seguir al pie de la letra el mandato
patriarcal y así prolongar un modelo que, a estas alturas de la película, ha
evidenciado no responder a nuestra principal necesidad: alcanzar la igualdad
real y participar en los espacios donde se decide para transformarlos en
espacios con un mayor equilibrio, con distintas perspectivas y donde no exista
hostilidad hacia ninguno de los dos sexos.
Corría el mes de de
diciembre de 2011 cuando, dados los obstáculos con que me topaba en mi trabajo
diario, andaba dándole vueltas en mi cabeza a este tema. Me preocupaba esta
realidad principalmente en las organizaciones de izquierda, que han sido
quienes realmente ha provocado los mayores avances en este país. Me topé por
casualidad, en la red, con el que, hasta hoy, me parece el artículo que
denuncia de la manera más clara esta realidad. En “Feminismo en los partidos y
mujeres excusa”, Beatriz Gimeno describe al detalle y de manera
valiente lo que muchas mujeres, que hemos ocupado cargos de responsabilidad en
alguna organización, hemos vivido y padecido.
Resulta difícil
manejarse entre continuas contradicciones como las que se dan en las
estructuras de poder, pero lo que de verdad resulta complejo es, darle la
vuelta al espejo y mostrar a “los poderosos” la imagen que éste les devuelve.
Denunciar en el interno de estas instituciones que las actitudes no se
corresponden con el discurso con que muchos se llenan la boca, eso es letal en
política.
Tiene todo esto
mucho que ver con la crisis que en la actualidad atravesamos, ésta ha
evidenciado las contradicciones del sistema, contradicciones que provocan una
gran desafección en una ciudadanía muy castigada que exige instituciones
más auténticas y transparentes. Para ello además reclaman una mayor
participación que sólo será posible tumbando organismos excesivamente
verticales y forzando una mayor horizontalidad, acercándolos a las personas.
Y centrándome en el
tema que quiero abordar en este artículo, la discriminación por razón de sexo,
¿resulta lógico, por ejemplo, que una organización sindical de clase, entre sus
tareas relacionadas con la igualdad entre géneros, trabaje por la implantación
de planes de igualdad en las empresas? ¿Es loable el trabajo que se hace en el
seno de la negociación colectiva por romper el techo de cristal, la segregación
ocupacional, la brecha salarial, el acoso sexual, etc.? Lo es y mucho.
Pero no tiene ningún
sentido, ni resulta lógico o ponderable que, cuando observamos y analizamos
estas estructuras sindicales, nos encontremos con una realidad como la
denunciada en el artículo “Los
sindicatos mayoritarios suspenden en materia de igualdad”publicado
el pasado 23 de agosto de 2013 en eldiario.es.
Es una realidad que
en el seno de gran parte de las organizaciones e instituciones actuales, sigue
existiendo sexismo. La segregación horizontal es muy visible, las mujeres son
aglutinadas en responsabilidades donde el ejercicio del poder es escaso (lejos
de las cuentas y del poder organizativo), por lo general suelen atender
espacios más relacionados con lo “social”. Por otro lado y, lo que de verdad es
más que visible, yo diría pornográficamente visible, es la segregación vertical
o el más conocido techo de cristal. Los líderes son masculinos. El patriarcado
político-sindical-institucional se resiste con uñas y dientes no sólo a
abandonar el poder, también al simple hecho de compartirlo.
Y aquí entra la
contradicción. ¿Qué hacen nuestros líderes cuando han hecho suyos –al menos
estéticamente- mensajes del movimiento feminista, reiterando una y otra vez las
proclamas de la lucha de tantas mujeres en sus discursos? ¿Qué hacen
cuando, tras ser aceptadas por la opinión pública tan razonables
reivindicaciones empiezan a sentir que éstas se acercan peligrosamente y les
toca a ellos rendir cuentas? ¿Qué hacen cuando tocan los hechos y no las
palabras? Porque está claro que un político o un dirigente “de pura cepa” no
puede permitirse entrar en contradicción y quedar en evidencia. Nada
mejor entonces, que echar mano del ingenio y nada tan recurrente como una
chistera. Y voilà, como por arte de magia aparece la “mujer excusa”.
Es así como, “el
macho dominante” (que diría Felix Rodríguez De La Fuente ) vuelve a
la carga, urde una nueva y salvaje estrategia para seguir aferrándose a
ese suculento espacio llamado “poder” y salva “los obstáculos de la
civilización”.
Pelear dentro de
cualquier estructura de poder por el espacio que debieran ocupar
las mujeres, y que aún no ocupan es una batalla campal, algo
verdaderamente agotador. Pero a la vez enriquecedor, cuando una participa
directamente en este tipo de espacios termina haciendo algunas reflexiones y
observaciones que identifican perfectamente estas conductas machistas. Ponerlas
en común con otras mujeres que pasan por lo mismo en otros espacios y con
hombres cuya tolerancia hacia la desigualdad es cero, debería ser el principio
de la solución.
Algunas de las
pistas que delatan estos comportamientos son, por ejemplo, la alta rotación de
las mujeres en los puestos de dirección, independientemente de la
responsabilidad que se tenga. Salvo excepciones, ninguna mujer se consolida
como una gran lideresa, aunque sea en “su negociado”. Es decir, la cuota se
cubre pero sustituyendo unas mujeres por otras, como si de un kleenex se
tratasen, con el único objetivo de que no consoliden, para así no tener que
compartir espacio. Son pocas las mujeres que podemos recordar en primera línea
de la política, del sindicalismo o de la propia historia de nuestro país,
mientras muchos son los incuestionables y empoderados “barones”. Ésta es una de
las formas más claras de pervertir la cuota, pues se mantienen los porcentajes
numéricos de éstas, pero la impronta de la mujer, la forma distinta de analizar
y gestionar nunca llega a consolidarse pues no se nos permite ni siquiera
llegar a conocer con una mínima profundidad el terreno de juego.
Por otro lado
existen mujeres que sí permanecen. Si observamos estos casos, en muchos de
ellos se trata de mujeres que jamás cuestionan al líder o alguna de sus
decisiones. Saben que les va la vida en ello, al menos la vida política.
Terminan siendo sumisas con ellos e implacables con las insumisas. Algunas
llegan a desempeñar vergonzantes papeles prestándose incluso a ser títeres del
verdadero poderoso que se esconde detrás del escenario. Por no ahondar en
ejemplos que he vivido muy de cerca de mujeres que llegan a reproducir en
política ese “rol de cuidadoras” que durante tanto tiempo se nos ha asignado en
el espacio privado. Llega a ser lamentable el papel obstaculizador que algunas
mujeres llegan a desempeñar bajo una “pose” feminista.
Son muy pocas, las
mujeres que a lo largo de la historia han llegado a puestos de relevancia
politico-social desde su independencia, su diferencia de opinión o su
autonomía. La clave está en que son ellos y sólo ellos quienes deciden a quien
“poner”. Siguen escogiendo ellos, la mayoría de las veces a otro de ellos, en
contadas ocasiones eligen a una mujer. Por lo general lo hacen cuando las
circunstancias ya los condicionan y se ven forzados, entonces, insisto, tiran
de la “mujer excusa”, siguen manejando los hilos ellos mismos sólo que bajo la
estética de una mujer.
Ciertamente hemos
conseguido que más mujeres lleguen, pero si las que llegan lo hacen sin
reconocer el trabajo que muchas otras hacen, sufriendo represalias continuas,
para que precisamente ellas estén ahí, entonces hemos hecho, como se suele
decir, “un pan como una hostia”.
Así que, una vez
diagnosticados los problemas es necesario poner en marcha medidas que permitan corregir
estas desviaciones que, aunque son sutiles en su estrategia, también son
letales para el objetivo real, la igualdad verdadera.
No sé si la idea de
partidos políticos o sindicatos de mujeres sería buena pues podría de alguna
forma evitar la convivencia, compartir espacios y además podría terminar
generando aislamiento o mundos paralelos. Pienso que se deben seguir peleando
los derechos en el mismo espacio aunque, por el momento sea en situación
de desventaja.
Quizás la cuota
debería dar un paso más allá y pasar de ser sólo “cuantitativa” a ser
también “cualitativa”. Debe existir una mayor sensibilidad hacia las
desigualdades que padecen las mujeres en estos órganos, para ello la formación
en igualdad en el seno de los partidos y sindicatos es imprescindible. Deben
incorporarse a la dirección hombres y mujeres que verdaderamente crean en la
igualdad entre sexos y en la ideología feminista. La teoría feminista, por
mucho que se intente denostar, ha conseguido logros muy transcendentales a lo
largo de la historia y las organizaciones de izquierdas no pueden permitirse el
lujo de dejarla de lado mientras pretenden abanderar la igualdad de clases
o la defensa de las personas con mayores dificultades. A eso se le llama
cinismo.
“Que la mujer
trabaje para ganarse la vida, o hasta para redimir su dignidad, bien; pero que
la mujer trabajando pretenda elevarse intelectualmente tanto como el hombre,
esto es lo que muy pocos todavía entienden por aquí”.
Margarita Nelken.
“La condición social
de la mujer en España”, 1919.
Este miércoles nos ha obsequiado con su artículo la
ciudadana Ana Pérez Luna. Lo cogimos y lo leímos al vuelo como pasa muchas
veces a través de twitter y tanto nos gustó que quisimos hacerlo nuestro, también. Así que aquí lo tenéis en nuestro miércoles
a miércoles.
¿Quién es Ana Pérez Luna? Pues lo mejor es que se presente ella misma como hace en http://estoloarreglamosnosotras.com/
¿Quién es Ana Pérez Luna? Pues lo mejor es que se presente ella misma como hace en http://estoloarreglamosnosotras.com/
Nací hace 37 intensos años. Pronto me di cuenta que el
tiempo iba más deprisa que yo. Así que decidí correr, alcanzarlo y atrapar cada
minuto. Aprendí también que la
vida hay que pasearla siendo libre y defendiendo con vehemencia la esencia de
una misma. Para dormir a pierna
suelta hace mucho que me puse del lado de los que peor lo pasan. Por lalibertad de expresión, ma-to. Mi
compromiso está siempre con la justicia
social, con la izquierda (la
de verdad) e incondicionalmente con el feminismo (sin etiquetas). Las personas que me quieren me
describen como “muy buena gente”, las que me odian dicen que soy “una cabrona”…
así que he llegado a la conclusión
de que soy “normal y corriente”. Mi gran pasión es la comunicación, las TICs, escribir... Por eso hace casi dos años que busqué un rincón de libertad y estrené
mi blog “Esto Lo Arreglamos
Nosotras”, hoy convertido en esta web. Mi gran e inevitable defecto es
ir, quizás en demasiadas ocasiones, en contra de la norma establecida. Profesionalmente soy encargada del departamento de Negocios
Internos (Ventas) en una gran empresa del sector turístico;
personalmente hace más de 10 años que me dedico a defender los derechos de la clase trabajadora. En el mundo
del sindicalismo, tan
denostado hoy, unas veces he trabajado más pegada a las bases y otras he
ocupado distintos “cargos” (a veces bastante “pesados”) en la “cúpula”. Eso sí,
siempre intenté, con éxito, que el trabajo del día a día y el compromiso
infinito los hicieran lo más livianos posible para mi y para mi equipo. Más
arriba o más abajo jamás corté el cordón
umbilical que une “el cielo” con “el suelo” y que demasiados
dejan en el camino: los currantes. Mi última responsabilidad fue Secretaria de la Mujer de UGT Andalucía,
para mayor gloria personal y gran cabreo del “patriarcado sindical”. Ah!
Académicamente, eterna estudiante de Filología.
Una película: “En la ciudad” de Cesc Gay
Una canción (reciente): “Je Veux” de Zaz
Un lugar: alguno entre Londres, Barcelona, Madrid y Sevilla.
Un libro: “El
paraíso en la otra esquina” de Mario Vargas Llosa.
…Y con todo, nunca
olvido que la vida sigue corriendo y corriendo…
Muchas gracias Ana