El colectivo y laboratorio político Arrebol nació creyendo que la cultura política es uno de los mejores mecanismos sociales para avanzar en nuestra Democracia. Creemos firmemente en esta como herramienta para profundizar en nuestros valores. La política está presente en nuestro día a día, en casi todos nuestros actos, decisiones y posiciones, en nuestro trabajo, en nuestra relación con los vecin@s... y debe ser el único camino posible para progresar hacia una sociedad más justa, más humana, menos sectaria, que permita avanzar hacia la igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadan@s. Nuestr@s representantes políticos hoy, más que en ningún otro momento, deben ser esencialmente ejemplares y albergar un alto sentido ético. Rechazamos profundamente el concepto pre-fascista acuñado como clase política y manifestamos nuestro deseo de que más pronto que tarde, los principales partidos del país, sean capaz de regenerarse y entender que no son los únicos propietarios de la política, aunque sí una parte importante de su representación.
ARREBOL figura inscrita en el registro de Asociaciones Culturales de Castilla-La Mancha.
E-mail de contacto: arp.arrebol@gmail.com
#TTIP ¿CÓMO VA A SER
LA REGULACIÓN ECONÓMICA
CUANDO ENTRE EN VIGOR?
En el #TTIP se suele plantear siempre la pérdida de soberanía que tendrán
los Estados y cómo quedarán expuestos a la regulación que provenga de este
marco supranacional. Es una idea que tiene su justificación en dos elementos
esenciales del TTIP: a) No es una mera norma de liberalización del
comercio internacional sino que tiene un amplio contenido de regulación
económica,especialmente en lo concerniente a la eliminación de diferencias no
tarifarías de acceso a los mercados y, b) debido a que configura
unas reglas generales sobre el procedimiento regulatorio que se contienen en el
propio TTIP. A ellas me voy a referir en este post.
El marco regulatorio que surge del TTIP se articula sobre la denominada cooperación
regulatoria, que lleva de la mano un Consejo para la Cooperación Regulatoria
Transatlántica
¿En qué consiste la
cooperación regulatoria?
La OCDE ha definido
la cooperación regulatoria como “cualquier tipo de acuerdo
formal o informal entre países para promover cualquier forma de
cooperación en el diseño, vigilancia, implementación o gestión a posteriori de
la regulación, con el objeto de impulsar la convergencia y la consistencia de
las normas jurídicas más allá de las fronteras”
¿Qué origen tiene y
qué modalidades existen?
La cooperación regulatoria no es una figura novedosa, sino que se puede
considerar un mecanismo que se puede considerar usual tanto en tratados
multilaterales (por ejemplo el que aparece en el seno de la Organización Mundial
del Comercio) o en tratados bilaterales, como los que tienen suscritos Estados
Unidos y la Unión
Europea. Hay, de hecho, diversos modelos que los
permiten diferenciar en función de su carácter más o menos formalizado, del
grado de interés que existe en la armonización legislativa, de los ámbitos
(materiales o procedimentales) en los que se desarrolle o, incluso, en los
participantes, si son sólo poderes públicos o participan sujetos privados que
con posterioridad van a estar afectados por la reglamentación. Por tanto, hemos
de dar un paso más y ver cómo se articulará en el TTIP.
Imprescindible el artículo
de hoy para acercarnos mejor a esta ola tan desconocida que se nos viene encima
en breve. Lo firma el catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Complutense
Julio González García, al cual si queréis seguir en sus habituales y oportunos análisis
políticos y jurídicos de la actualidad podéis hacerlo tanto en su propio blog
al que ya os hemos redireccionado como a través de redes sociales como twitter . Muchas gracias, Julio.
viernes, 16 de octubre de 2015
¿MENTIMOS EN LAS
ENCUESTAS?
Cada vez que se publica un barómetro de opinión surgen las discusiones
sobre la credibilidad de sus resultados, especialmente si se trata
de sondeos electorales. Se cuestiona la metodología y se establecen dudas
sobre su rigor y los mayores o menores grados de cocina para
llegar a los resultados presentados a la opinión pública. Ocurre ahora con la
subida exponencial de Ciudadanos que se produce en medio, es cierto, de una
impagable campaña mediática a favor de los de Rivera.
En muchas ocasiones las descalificaciones se manifiestan en torno a la
fiabilidad que demos a la empresa demoscópica, la línea
editorial del diario que los publica y, sobre todo, en función de si
los datos favorecen o no a los partidos hacia los que mostramos mayor simpatía.
Por eso, mucha gente no podía creer que el PP, a pesar de sus políticas
ultraconservadoras, de la LOMCE, la Ley Mordaza, la reforma
laboral, los ataques contra los derechos de las mujeres o
los casos que afectan a Rato, Bárcenas y a casi toda la cúpula
valenciana, siguiera en cabeza en las encuestas de unas hipotéticas generales.
Sin embargo, las autonómicas y locales de mayo confirmaron que, al menos
hasta entonces, era el partido con mayor apoyo ciudadano. Y es
probable que hasta las catalanas continuara siéndolo; seguramente, estas
marcaron un punto de inflexión, por el grado de descalabro de los
de Rajoy y la vía de agua que Cs abre entre su electorado, que empieza a
percibirse en algunos barómetros y que confirmarán próximos sondeos.
El panorama político-electoral puede estar hoy más abierto que nunca. Con
el PSOE y PP luchando por meterse en la pole. Y Cs y
Podemos peleando por el tercer puesto en la parrilla de salida. Con varias
claves: quién quedará primero y, por tanto, con más opciones para liderar un
Gobierno; y, asimismo, quién o quiénes cuentan con más posibilidades para ser
socios de un Ejecutivo que no lo tendrá nada fácil para disponer de una sólida
mayoría parlamentaria.
Y en esa carrera tan disputada los sondeos electorales no son nada
inocentes. En la última del CIS para Canarias, publicada la pasada semana, un
12,4% de la muestra reconocía que las encuestas habían influido mucho o
bastante a la hora de decidir qué hacer con su voto en las pasadas
autonómicas y locales de mayo.
Exageración
Pero, al margen de las tendencias y las cocinas, les quería plantear otra
reflexión: ¿mentimos en las encuestas? Considero que la mayoría de la
gente expresa libremente, en un ámbito de privacidad, sus
preferencias políticas, aunque en algunas ocasiones un número importante de
encuestados, por distintas razones, pueda optar por silenciar cuál va ser su
voto.
Aunque hay circunstancias que no me cuadran. Me ha ocurrido estos días
analizando el CIS postelectoral de la Comunidad Canaria.
Y no en el ámbito político-electoral, sino en el de la participación
social de los ciudadanos y ciudadanas de las Islas. Un 21,1% afirma
pertenecer a algún colectivo, desde partidos políticos a colectivos
ecologistas, pasando por asociaciones culturales o deportivas.
Me generan dudas algunos datos, entre ellos ese 30,5% de la
muestra que asegura formar parte de una asociación de vecinos, ya quisiera
el movimiento vecinal disponer de semejantes apoyos. Pero demos el dato por
bueno, aunque me cuesta creerlo.
Y ya me quedo completamente estupefacto al conocer la participación en
materia educativa, concretamente en las asociaciones de padres y madres. Según
el CIS, un 7,8% dice estar afiliado a un AMPA. Pero desmenuzando
aún más los datos, el barómetro señala que un 10,1% son hombres,
duplicando ampliamente la participación femenina, que apenas alcanza el 4,4%.
Conozco bien este sector y he participado en charlas y cursos con
integrantes del mismo y mi percepción es justamente la contraria: las
mujeres triplican la presencia respecto a los hombres. De ser ciertos los
datos del CIS estaríamos ante un terremoto sociológico de enormes
consecuencias que yo, al menos, no he percibido. Aunque, eso sí, se
produce una paradoja que refleja bien nuestra sociedad: el porcentaje de madres
en las AMPAS es mucho mayor, en Canarias y en el Estado, pero las presidencias
de las Federaciones y Confederaciones siguen estando mayoritariamente en manos
masculinas..
El artículo de este
miércoles nos lo ha hecho llegar nuestro amigo Enrique Bethencourt, para
quienes nos leéis habitualmente su nombre ya os resultará conocido al haber
subido a nuestro blog en más de una ocasión algún artículo suyo. Si no es este
el caso y os ha gustado, podréis seguirle a través de las redes sociales y su
propio blog donde habitualmente sube artículos de reflexión y análisis tan
interesantes y oportunos como este, relacionados con la política y la
actualidad social. Muchas gracias, Enrique. Ya sabéis como dice este temazo: el equilibrio es imposible ;)
miércoles, 7 de octubre de 2015
REFUGIADXS CON
FRONTERAS
Durante los últimos meses
hemos visto escenas en las fronteras de Europa que nos han conmovido y que nos
han avergonzado. Pero sobre todo parece que el drama de los refugiados existe
desde el pasado 2 de septiembre cuando desayunamos con la imagen de Aylan Kurdi
que como un puñetazo inesperado se nos coló a través de nuestras pantallas. Ese
es el nombre del niño de tres años que con su trágica muerte, (murió además su
hermano de cinco años y su madre de 35 años), ha puesto rostro al drama de
millares de personas refugiadas que buscan conseguir asilo como única vía de
huída de la guerra en su país de origen.
Abordar este drama significa la constatación de un fracaso social como
humanidad que parece renunciar a la convivencia en un mundo ahora globalizado.
¿Cómo es posible que retrocedamos casi un siglo para sufrir el mayor drama de
refugiados vivido en Europa desde la II Guerra Mundial? ¿Cómo es posible que en el año
2015 seamos capaces de alcanzar avances tecnológicos increíbles, como la
decodificación de genomas prehistóricos, y al mismo tiempo seamos incapaces de
poner toda esa inteligencia colectiva y voluntad,
en lograr un mundo en paz?.
Sin embargo, tras el
lamento inicial, no cabe ponerse de perfil y ahora solo nos queda contribuir a paliar
esta situación dando lo mejor de nosotros mismos.
Seamos sinceros, no nos
engañemos, estamos en realidad ante un problema que tiene varias causas y no
solamente, como quizá se repite con demasiada facilidad, de cariz humanitario o
sentimental. Por eso, para mejorar entre todos, es necesario introducir en el
debate elementos críticos sobre la cuestión de fondo, sobre cómo Europa y
España han gestionado esta crisis. Compartiremos que hemos llegado tarde y mal.
La crisis de los
refugiados ha puesto de manifiesto que no existe un verdadero sistema de asilo
europeo. Lo sabíamos y ello nos obliga a avanzar hacia una verdadera política
común en esta materia que hoy por hoy no
existe. En el caso español, la crisis de asilo y refugio pone particularmente de
manifiesto las debilidades estructurales de nuestro sistema en un momento en
que el mundo se enfrenta al mayor nivel de desplazamiento forzado de la
historia - 60 millones de víctimas entre refugiados, solicitantes de asilo y
desplazados internos - . ACNUR (Agencia de las Naciones Unidas para las
personas refugiadas), enfatiza que “el asilo debe ser sacrosanto y honrado como
la expresión más profunda de humanidad”.
La crisis democrática, es
otra de las consecuencias del drama de las personas refugiadas al manifestarse
este en nuestras sociedades occidentales como un problema desbordado.
¿Entendemos el mundo en qué vivimos? Tal vez sí, pero no hemos querido afrontar
sus desafíos. Vivimos en un mundo globalizado y los grandes desplazamientos de
población, que siempre han existido, se han convertido ahora en algo visible y
escandaloso porque se cuela dentro de nuestros hogares. No se puede esconder
debajo de la alfombra de la “República Independiente de mi casa”, porque
vivimos en un mundo interconectado en el que las decisiones, también las de
consumo, que tomamos cada una de nosotras afectan al resto de personas, se
encuentren donde se encuentren. Debemos comprender que hay dinámicas en el
planeta que generan injusticia e indefensión del ser humano y que a veces somos
los propios países de acogida los causantes directa o indirectamente de esa
diáspora.
Decía el escritor
colombiano Gabriel García Márquez: “Yo creo que todavía no es demasiado tarde
para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”. Seamos capaces
entonces, con lo mejor que tengamos, de hacer realidad la utopía de Gabo.
Porque estamos ante un problema que nos concierne a todas, a ti y a mí.
Señalábamos que se trata
de un problema de democracia y no porque sea tremendo —que lo es—, no porque
sea terrible el sufrimiento de tantas personas inocentes —que lo es—, sino
sencillamente porque pone de manifiesto que seguimos siendo incapaces a día de
hoy de garantizar el cumplimiento de los derechos humanos y de recomponer
Estados fallidos que en muchos casos son consecuencia de procesos poscoloniales
y neocoloniales que emprenden países y transnacionales de nuestro Norte, en
búsqueda de intereses propios.
Porque este drama también
evidencia que en muchas ocasiones los gobiernos de la Unión Europea han
sido cómplices por acción u omisión, que no hemos sido suficientemente
conscientes y corresponsables de la situación que se vive en Siria, Oriente
Medio, Libia y tanto otros tantos países necesitados de soluciones a sus conflictos.
Que nos hemos despreocupado del origen. Por eso es urgente recuperar la
política pública de cooperación al desarrollo en origen que se ha desmantelado
de manera significativa en los últimos años, salvo en honrosas excepciones,
como denuncian las ONGDs.
En un mensaje a Europa,
donde este año han entrado por las rutas del Mediterráneo más de medio millón
de refugiados e inmigrantes, ACNUR transmitió que la mejor manera de afrontar
este desafío es a través de la cooperación internacional y del reparto de
personas. Y es que en un continente con 500 millones de habitantes, 5.000
personas que llegan a diario es un número muy significativo, pero manejable si
se plantea correctamente.
Asimismo, cuando algunos
gobiernos hablan de voluntad para garantizar protección internacional a quien
cumple los requisitos para solicitarla hay que recordarles que esta es una
obligación del derecho internacional. Por tanto no hacen nada más que cumplir con
la legislación vigente, la
Declaración de los Derechos Humanos, la Convención de Ginebra y
nuestra propia Constitución que recoge dicho marco normativo.
También es importante recordar
que aún está viva en nuestra memoria colectiva la solidaridad que otros
mostraron con quienes también tuvieron que huir de España con la guerra civil y
posterior persecución y represión franquista que se sufrió nuestro país
(800.000 personas se desplazaron huyendo a Francia y Latinoamérica). Por lo tanto,
dar la espalda a quienes hoy lo necesitan se convierte en sí en una insultante
e insolidaria paradoja.
Todas estas razones enunciadas
parecen más que suficientes para poner fin al drama de los refugiados, de
los millones de personas desplazadas que han llegado a Europa y continúan
huyendo de la guerra y la muerte, y nos obligan a garantizar el riguroso
cumplimiento de los Derechos Humanos y de los valores fundacionales de la Unión Europea. No
podemos aceptar como inevitables las tragedias humanas que viven los refugiados,
ni la muerte cotidiana cuando se trata de cruzar el Mediterráneo o una frontera
terrestre oculta en un camión.
Frente a las actitudes
xenófobas, amparadas por las intolerables e irresponsables declaraciones de
altos cargos políticos como el primer ministro húngaro o el Ministro del
interior español, conviene aclarar que
si el gobierno del Presidente Rajoy, tras su vergonzante actitud y regateo, evoluciona
en su postura inicial tras la presión de otras administraciones y, sobre todo,
de las organizaciones sociales y de la opinión pública, y acepta la cuota que
le indica la Comisión
Europea, las personas a quienes acogeremos no supondrán ni el
0,036% de la población de nuestro país. Por tanto, no podemos comprar ese
discurso de “primero los de aquí” porque quienes lo venden han demostrado con
sus políticas que se olvidan de las personas, de las de aquí y de las de allí.
Es obvio que estamos ante
una cuestión que nos atañe a todas, así que contribuyamos con decisión, con
iniciativa y desde la mejor disposición a ser parte de la solución. Exijamos
que nuestro Gobierno actúe ya, por ser quien tiene las competencias en la
materia, y ponga en marcha un plan urgente de acogida y que nuestros ayuntamientos,
diputaciones y gobiernos regionales muestren su disposición a seguir
colaborando. Tenemos la obligación moral y la oportunidad de trabajar juntos,
porque se trata de una cuestión de estado, para que la denostada y mal usada
“Marca España” vuelva a estar unida a la solidaridad y a la legalidad.
Apoyemos también a las
entidades sociales especializadas en la materia (ACNUR, CEAR, Cruz Roja, ACCEM,
etc) para demostrar una vez más que somos una sociedad acogedora y solidaria
ante una crisis humanitaria sin precedentes. Todas ellas se han mostrado muy
críticas respecto a la respuesta dada por la Unión Europea y
España que califican de insuficiente y descoordinada. Reclaman que los países
de la UE no están
actuando en base a los tratados internacionales y europeos, ni con respeto a
los derechos humanos.
Además, la respuesta que
demos cada uno de nosotros a esta crisis tendrá que ver con los valores reales
en los que fundamentemos nuestra convivencia. Tenemos la oportunidad de hacerlo
mejor, tenemos la obligación de hacerlo mejor porque eso marcará el nivel moral
de nuestra sociedad.
Apelemos a la esencia de
la democracia, a la idea de que el otro es igual que yo; aunque no lo sea formalmente
en igualdad de oportunidades, economía o suerte en su nacimiento, De ahí viene
esa máxima ética universal que popular “no hagas al otro lo que no quisieras
que te hicieran a ti”. Piensa que Aylan Kurdi podía haber sido tu hijo, el de un
familiar o el de algún amigo. O podrías haber sido tú mismo.
Tenemos una oportunidad
única para, como ciudadanía, reivindicar y hacer política en estado puro, con
mayúsculas. El mundo en el que vivimos cambia cada día en nuestros barrios y en
nuestras ciudades. El momento actual nos exige comprensión y altura de miras
pensando en nuevos paradigmas de convivencia que hemos de ir tejiendo a diario
no para buscar el mundo ideal, que seguro que no existe, sino para contribuir
al mejor mundo posible.
Por último, me gustaría compartir
esta frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano: “El código moral del fin del
milenio no condena la injusticia, sino el fracaso”. Desde este altavoz que me
brinda Arrebol grito que no fracasemos en esta lucha común contra la
injusticia.
Este miércoles
subimos al blog más que un certero artículo (que lo es el de nuestro compañero
arrebolero José Luis Escudero) un recordatorio a nuestras conciencias para que no
se nos pase, no olvidemos pronto la situación de miles y miles de refugiados
que siguen llegando a nuestras fronteras y que tras los minutos que les otorgó
la televisión, corren el riesgo de que su drama pase a ese oscuro rincón del
silencio donde van a parar las causas que creemos que no nos atañen. Muchas
gracias, José. Sigamos en esto entonces: condenemos la injusticia, no el
fracaso.