DE MI
JORNADA, ELECTORAL
Amable
lector, pues así lo eres si es que estas letras caen en tus manos y ante tus
ojos. Tradicionalmente el espíritu navideño nos llega de pronto cada año en
torno al puente festivo de la inmaculada Constitución; se produce el encendido
de luces, se incrementa la publicidad de juguetes y regalos, aparecen los
anuncios estimulantes de colonias de uno y otro género, y un largo etcétera de
símbolos nos da cuenta de que es llegado el tiempo de celebraciones.
Esto
es ahora; antes el final de la recolección de la aceituna y la consecuente
elaboración del aceite, así como la realización de la matanza del cerdo eran
los hitos que daban pretexto para entonar los primeros villancicos en veladas
de zambomba y vacías botellas de anís.
En cualquier
caso este año fue el inicio de la campaña electoral para las elecciones
generales del 20 de diciembre de 2.015 lo que imprimió el carácter inminente
del nuevo tiempo festivo. Tal campaña terminó en la jornada del 19 en que todos
velaban las armas esperando los mejores resultados posibles en una noche de
ensueño parecida a la que antaño se imaginara en el film “Bienvenido Mister
Marshall”. Luego llegó el 20 y la realidad se dio de bruces con todos y cada
uno de nosotros y no digo “nosotros con ella”, porque mucha gente aún no se dan
por enterada de lo que ha ocurrido.
Puesto
que de tiempo navideño se trataba, lo del día 20 fue como esos dulces de La Estepa, los polvorones, que
cuando éramos niños nos comíamos, introduciéndolos de una vez enteros en la
boca. Allí, al primer intento, el dulce se rompía, produciendo en los infantes
una especie de ahogo y euforia; sensación que pocas veces se repite entre los
adultos. Si un adulto intenta comer entero un polvorón, ya es para que se lo
haga ver por un especialista, y eso es lo que les pasó a muchos adultos, que se
tragaron entero un polvorón y en cuyo descargo no cabe más que recordar la
tediosa jornada de recuento de listas
abiertas al senado, y el pesado escrutinio, en general, a consecuencia de los
recortes, que también se plasmaron en la reducción del número de mesas
electorales practicada ya hace tres elecciones por parte del actual gobierno,
hoy felizmente en funciones.
Para
mí aquella jornada electoral comenzó muy
temprano, a las 8 de la mañana, escuchando las protestas de un ciudadano
designado por sorteo presidente de su mesa electoral. Él, próspero empresario
autónomo, lo que hoy se llama un emprendedor, que el lunes tenía que atender
sus negocios, quiere usar el domingo para descansar y poder volver a trabajar
el lunes; en tanto que opina que eso de las elecciones, lo de estar en la mesa,
lo debe hacer un parado; así cobrará la dieta que le corresponda y que él, por
supuesto, no necesita.
Intenté
explicarle, desde luego sin éxito, que no, que desde mi punto de vista esa
actividad es un honor para cualquier ciudadano, como a él le ha correspondido,
que él era en ese día nada más y nada menos que el depositario de la soberanía
nacional en la jornada, y que eso, como el cariño verdadero, ni se compra ni se
vende. Como digo no le convencí, y a lo largo de la jornada el presidente
repitió sus quejas a cada momento.
La
jornada se desarrolló sin grandes problemas ni asuntos que destacar en mi
crónica, salvo quizá, cómo a las 19,00 hrs. llegaron 4 ó 6 jóvenes con fulares
de color morado a anotar los resultados de las elecciones. Ellos eso de estar a
pie de urna tomando nota de la evolución de la jornada, no.
Llegado
el momento de la verdad comenzó el recuento y pudimos certificar la estruendosa
efervescencia de los emergentes, y lo que es más llamativo, el poco castigo que
el electorado da al partido del gobierno, ideólogo y ejecutor de la peor
política social y económica de los últimos años.
Un
ojo puesto en el cuadrante donde íbamos anotando los resultados particulares de
nuestra mesa y el otro en la pantalla de nuestro “dispositivo” para ir teniendo
puntual noticia de la situación general, finalmente, de reojo, mirábamos al
resto de representantes políticos para ver cómo ellos encajaban sus resultados.
Mención
a parte requiere el recuento de las papeletas del Senado; éstas son la
expresión más próxima a las listas abiertas que muchos propician para todo tipo
de elecciones democráticas como si eso fuera la panacea de algo. Por cierto,
listas en las que han figurado personalidades como Luis Bárcenas, “El Fuerte”.
En
las del Senado pudimos ver casos justificados de libre elección, como papeletas
donde alguien ha elegido a tres mujeres, cada una de un partido de izquierdas;
esa es una muestra testimonial de una supuesta mujer feminista y progresista,
además de coherente. Pero junto a ese caso vimos otros más bien estrambóticos
como quien votaba en una sola papeleta a senadores del PACMA y de VOX. Ante mí aquel votante tiene
perfecto derecho a hacer esa combinación, pero difícilmente se podrá explicar
el intento. Eso qué es ¿democracia en estado puro o puro antisistema?
Alguien
cercano a mí y vinculado al mundo del teatro me decía que el público, como los
ciudadanos, es soberano, y acude al teatro cuando quiere y a ver lo que quiere.
Hoy yo le doy la vuelta a la frase y digo que los ciudadanos, como el público,
son soberanos y votan lo que quieren y como quieren hacerlo. Pero amando tanto
como amo el teatro, casi tanto como la democracia, no dejo de reconocer que hay
funciones infumables, como infumables son ciertos comportamientos políticos,
también entre los ciudadanos. Noche larga esa de las elecciones, soportable
gracias al cierto sentido del humor que aún nos queda.
De
camino a casa, y luego en ella, la radio va confirmando lo que ya se entreveía
y lo que en torno al verano venían a anunciar muchas encuestas demoscópicas;
cuatro partidos más o menos fuertes; bajando los dos clásicos y subiendo los
dos nuevos. Ese es el panorama.
En
aquella misma noche y especialmente en la mañana siguiente los analistas
comparten con nosotros sus opiniones con distinto nivel de acierto, desde
luego. También comparten con nosotros sus ideas los distintos líderes
políticos, y, especialmente entre ellos me producen la misma sensación que cada
día tuve durante la campaña. Repiten la estrategia de ir todos a intentar
atacar al Partido Socialista Obrero Español y a su Secretario General y
candidato a la Presidencia
del Gobierno, Pedro Sánchez; el P. P. le reclama “responsabilidad de Estado”,
Ciudadanos que no le entregue el gobierno a Podemos y los de este grupo que no
otorgue el mando a Mariano Rajoy.
¿Porqué cada cual no aprende a asumir sus propias responsabilidades?
Me
recuerda todo esto al programa de Bertín Osborne en que intervino el Presidente
Rajoy en su calidad de candidato, es decir, no plasmado; el presentador sugiere
a su invitado que se ponga un delantal para cocinar, no fuera a ser que se
manchara y el plasmático presidente-candidato le responde:
- “Bueno, si me mancho le diré a mi mujer que fue por tu culpa”.
- “Bueno, si me mancho le diré a mi mujer que fue por tu culpa”.
Qué
gran ejemplo de responsabilidad.
Hay
que aprender a asumir las propias responsabilidades, las de cada cual, aunque
sea ésta una práctica poco habitual en mucho líderes políticos, y muy
notablemente en don Mariano.
El
“after” de la jornada electoral ha sido muy peculiar; contrariamente a lo que
suele ocurrir, casi ningún partido político se manifestó como vencedor; todos o
han perdido o han obtenido mucho peores resultados de los que cada cual esperaba
para sí. Esto es así para todos salvo para el alfa, Pablo Iglesias, el cual dio
de inmediato una rueda de prensa en la que aparecía casi como inminente Primer
Ministro de la Monarquía.
Se
acredita esta jornada electoral como aquella en la que se rompió el
bipartidismo, lo cual merece alguna reflexión. Es curioso que la antigua
Izquierda Unida y la ex-socialista y ex-lideresa de U.P.Y.D. comenzaron hace
tiempo a criticar la presencia del bipartidismo en España y sus tremendos
efectos tan perniciosos para la democracia. No tengo yo tan cierto para mí que
tal bipartidismo existiera. Es decir: De existir el bipartidismo, éste estaría
prescrito en algún texto jurídico, por ejemplo la ley electoral, que
consagraría dicho sistema como propio del Estado Español, pero no es así; con
la misma ley, Izquierda Unida obtuvo antaño, con Julio Anguita, 70 diputados,
como hoy tiene tan solo 2. Ciertamente en España ha habido un sistema
bipartidista. Lo hubo durante la Restauración
Borbónica, y sus efectos los temía hasta el propio Rey.
Recordemos aquellas palabras de don Alfonso XII en el lecho de muerte a la
buena de su esposa María Cristina, la Regente,
conocida como doña Virtudes; “Cristinita, cuídate el coño de Cánovas (del
Castillo) y de Sagasta (don Práxedes Mateo)” (sic). Liberales y Conservadores
se alternaban en el poder, no tanto por la ley, si no más por un pacto entre
caballeros, mientras los del Partido Radical no pintaban nada y habrían de
esperar a que sus integrantes fueran definiéndose y obteniendo personalidad
propia para llegar a tener peso específico. Era la época del caciquismo, del
sufragio censitario, no universal como lo es hoy. Nada que ver con la actual
realidad.
Aquí
no había bipartidismo ni turnicidad pactada. Lo que había hace unos años es lo
mismo que hay hoy, la voluntad popular plasmada en unas papeletas electorales.
La misma voluntad popular que ha hecho que quienes comenzaron a protestar por
tal bipartidismo sufrieran ahora el mayor descalabro jamás contado. Hace un año
ambas formaciones se iban a comer, una por la cabeza y otra por los pies, al
P.S.O.E., pero al final no ha sido así:
U.P. y D. ha desaparecido, Izquierda
Unida ha quedado reducida a su mínima expresión.
Han
aflorado nuevas formaciones y partidos, aunque no todos son tan nuevos como aparentan, (Ciudadanos nació hace diez
años en Cataluña) y otros son herederos de anteriores formaciones (el B.N.Ga.
se ha diluido en las mareas gallegas y éstas después se han integrado en
Podemos).
Quien
decía durante la campaña electoral que habría de gobernar la formación más
votada, ahora que lo han sido, no lo tienen tan claro. Abogaban por el no a los
pactos, acuerdos y coaliciones y ahora necesitan pactar, acordar y coaligarse.
El
“todos contra el P.S.O.E.” de la por fin conclusa campaña electoral, se
repite nuevamente tras la resaca
democrática y el atracón de siglas. Lo cierto es que a aquel supuesto y
“viejuno” bipartidismo le ha seguido un hemiciclo de bloques. Veámoslos:
a) el
bloque de derechas (P.P., C.`s, D.L., P.N.V., C.C.A.) suma 178
b) el
bloque de izquierda (P.S.O.E., Podemos, E.R.C., U.N.P., E.H.) suma 172
c) el
bloque constitucionalista (P.P., P.S.O.E., C.´s) suma 253
d) el
bloque independentista, nacionalista y pro-consulta (Podemos, E.R.C., D.L.,
P.N.V., U.N.P., E.H., C.C.A.) suma 97
e) el
bloque de los nuevos o renovados (Podemos, C´s, E.R.C, D.L, UN.P, E.H.) suman
130.
Estando
establecida la mayoría de los 350 diputados en 176, resulta que, salvo matices
los bloque b, d y e no alcanzan tal guarismo, mientras que los bloque a y c son
imposibles de conformar. Es decir ya la aritmética parlamentaria propia de la
vieja política no es solución a nada, mientras que la nueva política como tal
no logra aportar soluciones.
Decían:
“Habrá que dialogar”, pues claro, ¿Es que no se ha dialogado casi siempre?
Recordemos a mi siempre bien apreciado don Manuel Azaña Díaz. Lo cierto es que
no se puede proponer el diálogo sembrando la mesa de líneas rojas ni moradas ni
de ningún otro color.
La
campaña ha sido demasiado larga, (realmente desde las europeas estamos en
campaña), demasiado mediática, y por lo tanto muy metida en la intimidad de las
casas. Demasiado agria, en suma, retórica en exceso. Los líderes se ven en la
obligación de salir a la palestra cada día, ¡con lo bueno que es para ellos y
para todos que descansen de cuando en cuando!
En la
pragmática Alemania ya se habría formado la “Gran Coalición”, en la Republicana y
presidencialista Francia ya estaría en marcha la segunda vuelta (recordemos la
gran generosidad de los socialistas franceses apartándose de la contienda
electoral para evitar el triunfo del fascismo Lepenino).
España
es diferente porque así la definió Fraga Iribarne. Aquí un candidato
comisionista mantiene su puesto en la candidatura y los ciudadanos lo votan y
sale aforado. En cualquier otro país, incluso en el nuestro propio, un partido
decente hubiera retirado sin más la candidatura al completo. Si malo es que el
P. P. mantenga esa candidatura en la provincia de Segovia, peor es que los
ciudadanos lo voten.
Queda
mucho trabajo por hacer, hay muchas posibilidades abiertas, siendo la menos
deseable la repetición de las elecciones.
Hay
que resolver la cuestión territorial de España, es decir, lo de Cataluña, pero
ésta no ha de ser la principal preocupación de los españoles, ni de los
catalanes, ni la más importante, ni la prioritaria. La reforma constitucional y
la solución de graves problemas sociales, económicos, laborales, eso es lo
urgente y lo importante.
Cada
partido debe tomarse en serio su verdadera regeneración: una persona un cargo;
a lo sumo un cargo orgánico y uno institucional; esta suerte de pluriempleo,
aunque sea legal, incluso ético, no es estético, ni creo que sea eficaz. Se ha
de eliminar cualquier síntoma, por pequeño que fuera de corrupción. Se ha de
explicar con claridad lo que se propone
para el futuro del Senado y de las Diputaciones Provinciales y otras
instituciones; para mí ambas deben existir, debidamente reformadas y adecuadas
al momento actual, pero se ha de explicar, para que la ciudadanía sepa
realmente cuales son sus cometidos.
Desde
el dolor que me causa comprobar que el mensaje de mi partido no ha calado en la
población y que no hemos conseguido una mayoría cualificada que permita gobernar el país en beneficio de la gente.
Creo que estamos en un momento sumamente interesante, el momento de la
política, del verdadero diálogo, del progreso. Si ahora no avanzamos, estaremos
retrocediendo.
El artículo de hoy nos lo envía nuestro buen amigo José María Nogales Herrera al que recientemente hemos dedicado nuestra entrevista ciudadan. Sin duda un buen punto de partida para la reflexión política en estos día inciertos, independientemente de cada una de nuestras posiciones políticas. Muchas gracias, Chema.