Hace ya algunos meses que pasamos por un proceso
electoral que produjo cambios en muchos de nuestros Ayuntamientos. En algún
caso, esta nueva situación parece que está resultando traumática para algunos
de los que dejaron de gobernar, mientras que para sus vecinos se ha convertido
en motivo de alivio.
Podríamos pensar que el caciquismo pasó a la
historia, pero en nuestra provincia parece sobrevivir alguna querencia hacia
esa “ciencia política” que tan bien supo reproducir Romanones. La figura del
cacique, con alguna evolución que otra, sobrevive encarnada en un ex alcalde que
durante años ha pretendido manejar los designios de su pueblo a su antojo y en su propio
interés.
Que el pueblo en cuestión que ha soportado a este
señor haya saltado a las noticias de los medios de comunicación nacionales por
las amenazas de su alcalde a la oposición en estos términos durante un pleno
municipal (ya sabéis, el lugar donde se deberían discutir las propuestas para
mejorar el municipio a partir del respeto a la diferente opinión) : "Voy
a dejar de ser alcalde, pero vas a salir volando por la ventana" no
dicen mucho a favor de quién dice considerarse demócrata y gran defensor de
nuestra constitución, contra viento y marea.
Creo que más o menos todos hemos asumido con
naturalidad que en Cogolludo las cosas van cambiando tras las elecciones sin
mayores controversias y sin su anterior alcalde al frente del Consistorio. Sin
embargo, cuando la normalidad debiera ser la tónica general en su política
municipal, observamos como desgraciadamente esta queda truncada por cuestiones
esperpénticas y sumamente graves.
A comienzos del verano comenzaba a sonar por el
pueblo que el ex regidor estaba condenado
e inhabilitado para el ejercicio de cargo público en firme antes de
presentarse a las elecciones, cuestión confirmada recientemente. Las urnas le
quitaron la alcaldía, pero la portavocía de su grupo en la oposición, el
Partido Popular y su propia acta de concejal seguía manteniéndolas por encima
de la justicia, algo increíble.
No sé si lo sabéis, pero cualquier persona que se
presenta a un cargo público suscribe una declaración ante la Junta Electoral de
zona donde manifiesta expresamente no tener ninguna causa que impida su
concurrencia a unas elecciones. Ya es duro que este señor mienta y firme un
documento de este tipo a sabiendas que puede constituir un grave delito, pero
más inaudito y tremendo resultaría que la dirección provincial de su partido,
el Partido Popular de Guadalajara, conociera esta situación con anterioridad a
la cita electoral y miraran hacia otro lado, según el propio ex alcalde manifiesta
en esta carta dirigida a Ana Guarinos como presidenta de su formación política.
Cuando la realidad supera la ficción suceden cosas
como esta en política. Siguiendo con esta película, la cosa se complica
cuando recién
presentadas las candidaturas del PP en Castilla-La Mancha al Congreso y al
Senado, no salimos de nuestro asombro al conocer esta nueva noticia, propia
de El
Mundo Today.
¿Se imaginan que un miembro del gobierno de España,
conociera la situación del ex alcalde de Cogolludo y no hiciera nada? ¿Y si les
dijera que quien “ha
velado por la limpieza” del proceso electoral de 2015 en la Subdelegación
de Gobierno en nuestra provincia es a su vez Secretario General del PP en la
misma? ¿Qué les parecería que quien dirige y coordina las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado en Guadalajara aún no haya aclarado a la ciudadanía cuál
es su situación judicial actual? ¿Y si esta misma persona fuera ahora candidato
número uno al senado por nuestra circunscripción? ¿Querrá estar aforado por
alguna razón?
Pues sí, hablo de una única persona, el mismo
dirigente del Partido Popular que como Secretario General del PP de
Guadalajara, permitió presentarse a unas elecciones al ex alcalde de Cogolludo
a quien un
juzgado condenó por apropiación indebida de unos 600.000€ en su ejercicio
profesional a dos años de cárcel e “inhabilitación especial para el derecho
de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena”.
Este señor no ha sido el único responsable de la
dirección alcarreña del PP que debía conocer la situación del de Cogolludo, ya
que su
carta se dirige explícitamente a la Presidencia del partido, es decir a Ana
Guarinos, que para más inri ostentaba
la autoridad local más representativa de nuestra provincia, la Presidencia de
la Diputación, y por lo que parece, tampoco hizo nada por evitar este presunto
delito electoral. Señora que tampoco se libra de su propia condena judicial por vulneración de los
derechos fundamentales, ratificada
recientemente por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha ¿No
creen que ella también debería dejar la política? Pues muy lejos de esto, sus propios
compañeros y compañeras de filas la premian como
presidenta del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes de CLM tras la
espantada de Cospedal.
Creo sinceramente que la política es un servicio
público que tiene como objetivo mejorar la vida de los ciudadanos y considero
que independientemente de nuestra militancia, representación institucional o
gobierno no podemos permitir que la democracia degenere a partir de evidencias
como estas que he tratado de relatar. El desprestigio de la política es brutal
desde hace años, ya no solo por los numerosos casos de corrupción sino por la
aparente falta de responsabilidad ética y política, que a mi juicio ha de ir
por delante de las consecuencias judiciales. Las políticas y los políticos hoy
estamos bajo constante sospecha y tengo la impresión que todo esfuerzo parece
pequeño tratando de recuperar esa confianza perdida que desconozco si llegará
tarde o temprano.
Cuando a alguien le cuentas lo antes relatado, seguramente
no de crédito al panorama política de la derecha que tenemos por estas tierras,
pero es la verdad, es el gris escaparate de cómo se puede llegar a distorsionar
y ensuciar la política, olvidándote de la gente y centrando tus expectativas en
el interés personal sin ir más allá de querer ganar unas elecciones para
mantener ese statu quo.
Somos muchas personas las que día a día, y desde la
pluralidad política, nos esforzamos en hacer de ésta una actividad decente para
que la ciudadanía recobre su confianza en la misma. Sin esta premisa, se
reforzará el concepto de “clase” alejada del sentir cívico.
Este
nuevo artículo que en esta ocasión suscribe nuestro amigo Eusebio Robles,
creemos que refleja claramente esa idea nefasta de cómo algunxs conciben su
idea de participar en la política institucional, mientras el castigo electoral
inexorable se aproxima lentamente y llegará en algún momento . Confiemos en que
no tardemos mucho en verlo. Gracias, Use.