Constitución de 1812. Artículo 13 (Facsímil)
CONSTITUCIÓN Y CIUDADANÍA
El Viernes pasado celebramos el 35º Aniversario de la Constitución
española, una efeméride que, por mucho que se haya puesto de moda cuestionar la Ley de Leyes de nuestro
sistema democrático entre algunos sectores, nos recuerda que este período de
convivencia en paz y libertad ha sido el más fructífero para la historia de
nuestro país.
Con ello no quiero decir que la Constitución no
necesite ciertas reformas o que no sea cuestionable la jefatura de Estado o que
la modificación pactada por el PP y el PSOE fuera un modo de proceder
correcto (confieso que a mi parecer no
convergen ni el fondo ni la forma). Sencillamente que con todas sus
imperfecciones –que inevitablemente ha de tenerlas como creación humana que
es-, la Constitución ,
nuestra Constitución, merece respeto por todo lo que supuso en su momento, por
lo que simboliza en el presente y porque, al paso que llevamos, en el futuro
puede que hasta nos parezca un texto transgresor.
El siglo XX ha sido conocido como el siglo de los
derechos sociales. Sería esperable que el siglo XXI, en el que ya nos
encontramos inmersos, fuera el siglo en el que esos derechos se consolidaran;
sin embargo, las circunstancias actuales parecen indicar lo contrario.
Nuestra Constitución consagra el Estado Social
Democrático y de Derecho, no obstante, algunos de los derechos que han de hacer
posible esa definición son la expresión de una meta que ha de orientar la
acción de los poderes públicos, pero no se concreta cómo han de desarrollarse.
Y ésta es, en mi opinión, la cara y la cruz de la "moneda
constitucional" cuando nos referimos a los derechos sociales.
La "cara" del asunto es la discrecionalidad
política que lleva implícita, pues otorga un amplio margen para decidir cómo
han de desarrollarse los derechos sociales. Además, esta cuestión, aunque en
ocasiones pareciera arbitraria, hubo de ser así para lograr el consenso deseado
en el momento de la redacción de la Constitución y su posterior aprobación.
Por el contrario, la "cruz" conlleva que los
derechos sociales puedan quedarse en un mero enunciado, o casi. También están
sometidos a una cierta inestabilidad, pues la manera de llevarlos a cabo está
condicionada en gran parte por la ideología, compromisos y prioridades del
Gobierno. Un ejemplo de esta situación son las sucesivas leyes de educación,
que pese a ser tan diferentes -e incluso antagónicas- son todas constitucionales (sí, incluso la triste
LOMCE).
Aunque los derechos de ciudadanía no pueden
desvincularse del sistema democrático de los Estados modernos, mientras que los
derechos civiles y políticos en general no son cuestionados y en cierto modo
están preservados de las contingencias económicas, no ocurre lo mismo con los
derechos sociales. Una gran parte de los derechos sociales, o mejor dicho, el
desarrollo real de los mismos, está condicionado por la situación económica de
manera que algunos de esos derechos se presentan como una especie de lujo para
cuando las circunstancias económicas son favorables. Un claro ejemplo de esto
último es la aplicación de la conocida como Ley de la Dependencia , pero
también vemos constantes recortes en servicios básicos correspondientes a la
sanidad o a la educación pública, por no hablar de cómo se ven afectadas las
pensiones de jubilación o las prestaciones por desempleo (en este caso no sólo
las prestaciones y subsidios, sino también la asistencia a los parados de larga
duración). Y qué decir de la Ley del aborto. Esto por poner algunos ejemplos
aunque sin duda hay más.
¿He dicho antes que los derechos de ciudadanía
correspondientes al ámbito civil y político estaban mejor asegurados que los
sociales? Quisiera poder seguir respondiendo afirmativamente a esta cuestión,
pero tristemente no tengo convencimiento pleno. La facilidad con la que se
cambian leyes electorales al antojo de la caciquilla autonómica de turno, el
notable incremento de las tasas judiciales y la inminente “Ley mordaza” son
muestras de que pese a algunas personas la Constitución se les
haya quedado anticuada, a muchos gobernante no les llega ni a la suela del
zapato.
Para finalizar, no nos olvidemos de algo: las mujeres
fueron las últimas “ciudadanas” en poder disfrutar plenamente de los derechos
que como tales les corresponde. Impidamos que ahora sean las primeras en perder
la oportunidad de ejercerlos y no porque tan amarga situación deba
corresponderle a un hombre, tan sólo porque este retroceso no lo merece ningún
ser humano.
Hoy comienza su andadura como colaboradora ocasional de
nuestro pequeño blog, la ciudadana Paquita
Franco. Como no podía ser de otra forma, participando del proyecto
ARREBOL, ya sabemos de qué pie cojeará de aquí en adelante. Aunque nos gustaría
destacar un gran don del que ella es poseedora y que hoy por hoy echamos cada
vez más en falta en nuestra sociedad. Su capacidad para empatizar en todo
momento y lugar con aquell@s que día a día sufren la injusticia social y que le
ha llevado a convertirse en una de las personas más honestas con las que
alguien podría cruzarse en la vida. Muchas gracias, Paquita.