LAS COSAS DEL COMER
La agricultura, denostada en otros tiempos y
olvidada hoy en día para muchos, es un recurso básico de la economía global. Se trata de nuestra fuente de alimentación, energía
y materias primas. Es un sector
estratégico para todo Estado responsable, tanto como la defensa o las finanzas,
fuertemente intervenido y que ocupa directamente a un pequeño porcentaje de la
población activa que sin embargo resulta invisible para la mayoría de los
ciudadan@s.
Preocupa mucho no tener una
casa, no poder pagar la hipoteca, carecer de trabajo; nos enfurecemos a diario
al ver como se tiran grandes cantidades de comida, pero ¿nos planteamos qué
ocurriría si no tuviésemos literalmente algo que llevarnos a la boca…?
La tendencia vivida en las últimas décadas, tras la
revolución verde, ha supuesto un incremento de la productividad continuado. Sin
embargo, disponemos de más alimentos cuando menos gente trabajaba en el campo y
todo esto con independencia de las adversidades climatológicas. La tecnificación ha permitido que artículos
reservados a ocasiones especiales como el pollo, pasen a ser de consumo diario
para los segmentos de población de más bajo poder adquisitivo. ¿Somos capaces
de imaginarnos una dieta en la que no podamos incluir ternera, leche o fruta
porque simplemente su precio no podemos pagarlo? Por primera vez, los pueblos estamos en la posibilidad de dejar de
padecer hambrunas por falta de capacidad productiva.
Hasta los acontecimientos de
los últimos meses, nuestra preocupación respecto a la comida se centraba en que
la fruta supiese más o menos a fruta, que los tomates fuesen de producción
ecológica o convencional, o si las gallinas tenían unas condiciones de vida más
o menos adecuadas, pero por desgracia, esta situación va a cambiar para millones
de personas.
Según las estimaciones de la FAO, para el año
2050 habrá un tercio de bocas más que alimentar y una reducción de superficie
cultivable de unos 50 millones de hectáreas. A estas perspectivas debemos unir
el encarecimiento de los combustibles fósiles (sin los cuales no es posible
nuestro actual sistema agrario) y la cada vez mayor infiltración de los capitales especulativos en el sector
agroalimentario.
El encarecimiento de los alimentos no es una
cuestión del corto plazo, es un problema desde hace meses en muchos puntos del
globo; sinceramente, no
creo que lo importante sea saber cuando ese encarecimiento será significativo
para nosotros, los europeos, da igual que sea dentro de dos, cuatro o seis
años, el impacto que tendrá en nuestras vidas será enorme.
Durante las últimas décadas hemos basado nuestra
seguridad alimentaria en un sistema agroalimentario con una alta dependencia
del petróleo, un elevado nivel de mecanización y una reducida pero cada vez más
cualificada población dedicada a alimentarnos; este modelo ya ha dejado de ser
sostenible.
Llegados a este punto, propongo
un ejercicio, acércate a la nevera o busca en tu despensa, escoge al azar
cualquier producto y obsérvalo detenidamente, lo que quieras haber puesto en tu
mano no sería posible sin la I+D+i de procedencia extranjera.
Da igual que sea un producto de
origen animal o vegetal, a pesar de que el sector agroalimentario supone la 2ª
fuente de entrada de divisas (tras el turismo), y que el nuestro ha sido un
país eminentemente agrario hasta décadas recientes, dentro de la lista de
inputs necesarios para obtener el alimento que sostenías en tu mano (semillas,
fertilizantes, tractores, genética animal, aperos varios, sistemas de riego,
almacenamiento, refrigeración, transporte, etc.) resulta complicado encontrar avances logrados en nuestro país, y sin
esos avances podemos tener la certeza de que el precio de ese producto sería
mucho más elevado.
Aquellas regiones o países que hoy nos desvinculemos
de la biotecnología, la innovación en las técnicas productivas o el ahorro de
combustibles, debemos ser plenamente conscientes de estar renunciando a nuestra
soberanía alimentaria, independencia energética y firmando la hipoteca de los
futuros habitantes de nuestro solar patrio.
El sector agroalimentario es un
motor de desarrollo y creación de empleo para grandes áreas de nuestro país por
sus condiciones ambientales, en nuestras manos está manejar nosotros las
riendas de este reto, o resignarnos a ser la peonada de intereses foráneos.
Este artículo ha sido escrito por Javier
Ramiro, ingeniero agrícola, miembro de la UPA y rara especie en extinción en
nuestra provincia como joven apicultor. Siempre comprometido con su entorno y
la vida rural, siente que el cambio en nuestro modelo pasa irremediablemente
por asumir cambios propios en nuestro quehacer diario, ser consecuentes en nuestro
modo de actuar, antes de proponer cambiar el mundo. Tan sencillo y tan difícil
como empezar a reciclar en casa. Muchas gracias.