Ingobernabilidad, privatización de lo
público, invisibilización del poder; esto son los tres defectos que,
según Norberto Bobbio, pueden acabar con la democracia tal y como la conocemos en la
actualidad.
El papel
del Estado en la democratización de nuestra sociedad es fundamental. Hobbes configura al
Estado Moderno como la sustitución de la pluralidad de los poderes de los
individuos por la unidad del poder común, el monopolio de la fuerza para
salvaguardar la "paz social". Con las revoluciones liberales ese
poder omnipotente que era el Estado sufrió una progresiva limitación, el Estado
en Hans Kelsen establecía quién está
autorizado a ejercer la fuerza, cuándo; a través de qué
procedimientos y en qué medida, lo que tiene como consecuencia
que deba haber una determinada proporción entre culpa y castigo.
Con esas
premisas nace el Estado Democrático y de Derecho, que sirve de base para que en
cada conflicto el vencedor no sea quien tenga más fuerza física (El que venza)
sino más fuerza persuasiva (El que convenza). Con la fuerza de la persuasión
las demandas sociales consiguen inocular en el Estado cierta sensibilidad
social, es así como en los años de
posguerra se consigue regular determinadas parcelas de la Sociedad en las que
predominaba la fuerza del poder privado.
Sin
embargo con las reformas neoliberales
aplicadas en los últimos meses la finalidad social del Estado se difumina a la
par que se devuelve al poder privado la
fuerza perdida (las últimas reformas laborales). En estos tiempos
el incremento de la precariedad de las clases populares es proporcional al
endurecimiento de la acción represiva del Estado (La Nueva reforma del Código Penal va en ese sentido) por todo lo cual y si la
tendencia no cambia las únicas oposiciones que se convocarán serán a policías o
funcionarios de prisiones, ¡pobres los que creyeron que el trabajo social
sostenido con fondos públicos era una opción de futuro!
Cuando las demandas sociales se multiplican
y el Estado no sabe dar respuestas es porque ese Estado es ingobernable. Es curioso que esa ingobernabilidad coincida con una crisis sistémica,
algo parecido ocurrió en la
Gran Depresión de los años 30; en dicha situación los
gobernantes se vieron en la disyuntiva de aceptar el reto y dar respuestas a
dichas demandas (New Deal, primeros gobiernos socialdemócratas suecos) o
bloquear las demandas sociales a golpe de porra (Fascismo). Todavía es pronto para adivinar por qué vía nos decantaremos en nuestra
particular Gran Recesión.
Otro
rasgo de la crisis de la democracia es la privatización de lo público. El aumento del poder de algunos
individuos en detrimento del Estado y Sociedad Civil provoca la incapacidad de
decisión de estos dos últimos en ámbitos como el económico y social, esto
produce apatía en la Sociedad que ve cómo la actual Democracia Representativa
no satisface correctamente sus aspiraciones personales; las movilizaciones
contra el Congreso son un ejemplo de esta inquietud social.
Las
decisiones políticas que toma el Estado están influidas por poderes
abstractos e invisibles, la voluntad del Estado Español está condicionada por
los especuladores que adquieren nuestros Bonos y Letras, el poder
invisible de los agentes privados domina al poder público de los
representantes políticos. A pesar de la cantidad de reformas que ha producido
el nuevo Gobierno el presidente ha dejado de acudir a defenderlas al
Parlamento. La labor de comunicación y opinión es conferida a los medios de
comunicación que, salvo honrosas excepciones, se encargan de divulgar el
pensamiento del que financia. Todo esto hace que el ciudadano se haga esta
pregunta ¿Quién es y donde está el
poder?
En la
actualidad el Estado no cumple sus funciones, es ingobernable. Debemos
hacerlo gobernable materializando las demandas sociales.
En la actualidad evidenciando esta privatización de lo público, resulta
imprescindible volver a intervenir desde lo público en lo privado, para que los poderes del Estado,
Sociedad y Mercado se equilibren, para que las grandes cuestiones sociales se
regulen por los agentes sociales y no por los agentes privados.
En la actualidad las reformas que nos
afectan proceden implícitamente de un poder invisible, hagamos visible dicho poder; que el poder
político vuelva a crear su propia voluntad, que informe y ponga a escrutinio
público las decisiones que considere oportunas.
En función de cómo respondamos a estos tres
retos nuestra democracia saldrá fortalecida o debilitada, hoy no podemos
saber qué pasará en el futuro pero si tenemos la posibilidad de cambiar el
mismo.
Fuente:
Crisis de la Democracia ,
N Bobbio, G Pontara, S.Veca, Ariel, 1985
Este interesante artículo ha sido escrito por Miguel
Ángel Caballero. Este futuro abogado, estudiante de la “todavía existente
UCLM”, es un incansable lector. Nacido en una ciudad de gente dura y
trabajadora como Puertollano, al igual que much@s de sus paisan@s y a
diferencia de sus padres ha podido disfrutar de más oportunidades en su vida
gracias a los avances sociales y democráticos que hemos conseguido no sin la
lucha en nuestro país. Gracias por tu inteligencia reivindicativa.